Ayer

Ayer me sentiste
rozando tu cuerpo
como invasor invisible,
sutilmente impalpable.
Y mis dedos se convirtieron
en tus manos apasionadas.
Abrieron y cerraron puertas,
asaltaron tus caminos oscuros,
incendiaron profundidades.
Y, en el momento del delirio,
de la dicha conseguida,
Sólo dije tu nombre ...
Mara Isabel...